La fórmula del biogás es irreprochable, un combustible renovable que se obtiene a partir de residuos orgánicos y que sirve para producir electricidad, calor o biometano. Las autoridades ya están implicadas. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) ha trazado una hoja de ruta para que la producción se multiplique por cuatro de aquí a 2030. Existen 146 plantas de biogás en España, una cantidad exigua pero con una capacidad de crecimiento ingente.
Martín Ramírez, que forma parte del departamento de Ingeniería Química y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Cádiz, destaca una de las ventajas de este gas renovable: “Se produce las 24 horas del día, los 365 días del año”. Y señala el potencial de una energía que de momento está más desarrollada en Italia, Francia, Alemania o Reino Unido: “España es el segundo mayor productor de residuos agrícolas de los países comunitarios”. Esos desechos en forma de podas de viñedos, paja de cereal o cosechas no aptas para el consumo, junto con los residuos orgánicos que el ciudadano deposita en el cubo marrón, son una materia prima de calidad para obtener biogás.
Víctor Marcos, director de Energía Renovables y Mercado Eléctrico en el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), apunta al plan de ayudas a la inversión por valor de 150 millones de euros que el Miteco ha puesto en marcha. “Las ayudas están orientadas a las entidades públicas y al sector privado”. Como ejemplo de las primeras se encuentran los Ayuntamientos que gestionan los residuos municipales (la piel de la naranja o las hojas que recubren una coliflor son excelentes materias primas para obtener biogás). “Muchos vertederos convierten los residuos orgánicos en compost en lugar de utilizarlos para la obtención de biogás”, explica Ramírez para recordar el potencial que tienen estos desechos más allá de la conocida conversión en abono. Con respecto a las entidades privadas, Bernal apunta a cooperativas del ámbito rural como una forma de la que pueden beneficiarse ganaderos, agricultores, gestores de residuos, etc.
El plan consiste en que productores agroganaderos se asocien para instalar una planta próxima a sus instalaciones en la que los residuos del campo, el estiércol, la gallinaza (excrementos de las granjas aviares) o los purines de las explotaciones ganaderas se conviertan en biogás en un ejemplo totémico de economía circular. El gas renovable obtenido puede servir para alimentar una caldera con la que calefactar los establos o para producir electricidad con la que mantener encendidas cámaras frigoríficas de almacenamiento de frutas y verduras.
Una dieta equilibrada de residuos
Las plantas aceptan residuos variados y eso es otra ventaja para mejorar el rendimiento de las plantas de biogás, que exige una buena mezcla de ingredientes; una “dieta equilibrada”, en palabras de Bernal. Los purines contienen mucho nitrógeno, mucha agua y poca materia orgánica, por lo que conviene añadir paja de cereal o residuos orgánicos de recogida selectiva (el cubo marrón) para obtener mayor rendimiento. De nuevo subyace la conveniencia de establecer acuerdos entre diferentes sectores y entidades públicas y privadas, es decir, empresas concesionarias de la gestión de basura, depuradoras, granjas, agricultores y empresas energéticas.
“El biogás crea empleo y fija población en el ámbito rural”, afirma Marcos, de IDAE. Trabajos directos en forma de instalación y mantenimiento de las plantas (de las 146 plantas existentes en España, 129 estuvieron operativas en 2020, el último año del que el Miteco tiene registros). También garantiza la viabilidad de empresas del sector agropecuario, que pueden gestionar mejor sus desechos e incluso convertirlos en electricidad o calefacción, por lo que se reducen sus costes.
Convertir el biogás en biometano
Si al biogás, que está compuesto en su mayoría de metano y dióxido de carbono, se le retira el CO₂, se convierte en biometano, un sustituto del gas natural que se puede inyectar en la red y por lo tanto reducir la dependencia de este combustible fósil. Una de las principales ventajas del biometano es que permite llegar a aplicaciones alejadas de los lugares de producción del biogás, como industrias y hogares. Además se puede usar como combustible de automoción en vehículos de autogás. El Gobierno se ha fijado el objetivo de que el 1% del gas distribuido en España sea biometano en 2030.
Para apoyar este objetivo se acaba de aprobar un real decreto que facilitará que el biometano obtenido cuente con una certificación y se pueda vender y comprar. Bernal, de Repsol, ilustra con un ejemplo el beneficio de que exista una garantía de origen del biometano. “Una planta de Castilla-La Mancha inyecta biometano que ha producido a partir de biogás en la red de gas natural. Una industria del País Vasco compra esa cantidad inyectada de gas renovable, lo que contribuirá a alcanzar sus objetivos de reducción de las emisiones netas de CO₂ que se ha fijado”.
Cómo hacer rentable la producción
Todos los expertos señalan que el reto del biogás es su coste de producción y por ende su precio de venta. En el contexto de distorsión de precios provocado por la guerra en Ucrania, el gas natural resulta más caro que el biometano. “Veremos cuando se vuelva a la situación previa. Serán necesarias subvenciones e incentivos de la administración si se quiere impulsar la producción y el consumo del biometano”, afirma Bernal. Algunos de los costes asociados a la producción del gas renovable proceden de la logística, del traslado y gestión de los residuos. Por eso Marcos señala como fundamental que los productores agrarios y ganaderos, las depuradoras, los vertederos trabajen de forma conjunta para reducir los costes en pos de la viabilidad.
Los ciudadanos también pueden contribuir al impulso de esta energía. Es imperativo que las Administraciones instalen el cubo marrón, el de la fracción orgánica, en todos los municipios para que se recicle de forma efectiva. Una vez implantado en todo el país, Bernal apunta a su buen uso. “La segregación en los hogares no es todavía todo lo buena que podría ser”, afirma. Si en el cubo marrón se vierten los residuos apropiados, se simplifica el proceso de pretratamiento para separar los residuos llamados impropios (vidrios, plásticos, etc.), que es costoso y necesario para que la mezcla que va al digestor sea de calidad. Una buena mezcla de desechos orgánicos redunda en un biogás más barato y mejor, que pueda competir en precio con las energías fósiles, porque siempre es necesario que la industria sea rentable.
Fuente: El País